Cinco decadas de haberse publicado la antinovela
En
1963, un escritor argentino de 49 años, público en España, una de las novelas
más originales jamás escritas. En junio del 2013 se cumplieron 50 años desde que el gran cronopio,
Julio Cortázar, deleito al público con la novela o “contranovela”: Rayuela.
El
editorial Alfaguara ha preparado una edición especial para conmemorar las cinco
décadas de haber sido publicada Rayuela. Esta novela es uno de los pilares del
famoso boom latinoamericano. Esta
obra cuenta con 155 capítulos, y el lector juega un papel importantísimo en
ella, ya que tiene la libertad de elegir en que forma leerla.
Plena
de ambición literaria y vital, renovadora de las herramientas narrativas,
destructora de lo establecido y buscadora de la raíz de la poesía, durante
todas estas décadas Rayuela siguió siendo leída con curiosidad, asombro,
interés o devoción.
La
edición conmemorativa cuenta, además del tablero de direcciones, con las cartas
de Julio Cortázar donde cuenta la historia del surgimiento de esta novela.
A continuación, presento dos capítulos memorables de esta novela: el romántico capitulo 7 y el ingenioso capitulo 68 donde el cronopio utilizo el lenguaje gíglico para describir una escena erótica.
Rayuela- Capitulo 7
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más
de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y
nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se
miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente,
mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando
en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un
silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la
profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de
flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos
el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo
del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo
sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el
agua.
Rayuela- Capitulo 68
Apenas
él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en
hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él
procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y
tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las
arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar
tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas
de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento
dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara
suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los
encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la
esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del
orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé!
¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y
márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en
un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles
que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.